Los soportes de la oralidad
En términos generales, la palabra hablada posee una variabilidad mucho más fuerte que la escrita: los contenidos transmitidos oralmente pueden cambiar ―y de hecho cambian, a veces radicalmente― de un momento a otro, o de una situación a otra, incluso cuando son emitidos por una misma persona.
Por otro lado, los contenidos orales son frágiles: su existencia depende de las personas que los mantienen y transmiten, y de sus memorias. Todo ello puede desaparecer en un instante: de ahí las célebres frases que señalan que cuando mueren los ancianos de las sociedades de tradición oral, desaparecen con ellos bibliotecas enteras.
Es por ello que se han desarrollado programas de recuperación y conservación de tradición oral, especialmente en aquellos contextos en donde el conocimiento y la memoria suele transitar por canales hablados, en lugar de hacerlo a través de soportes escritos.
La solución más lógica para preservar oralidad fue, en primer lugar, anotar esos contenidos y, cuando aparecieron las tecnologías de grabación de sonidos, registrarlos (en cilindros, discos, casetes, etc.). De hecho, tal solución continúa siendo la preferida en la actualidad: grabar los testimonios hablados (usando, hoy en día, medios digitales) y transcribirlos.
Semejante procedimiento plantea, sin embargo, una serie de pequeños inconvenientes. Por un lado, la versión escrita (e impresa) de la palabra hablada no siempre incluye o logra plasmar todas las variaciones orales comprendidas en un testimonio: desde los cambios de volumen a la diversidad de tonos y formas de pronunciación, los silencios (y sus intenciones), los gestos que acompañan al habla, y un largo etcétera. Por el otro, las grabaciones de audio, si bien constituyen soportes apropiados para recolectar oralidad, carecen de contexto.
Por ende, en los últimos tiempos se prefieren grabaciones de video, las cuales incluyen la gran mayoría de elementos necesarios para comprender, en su totalidad, y una expresión oral. Y, al mismo tiempo, se está realizando un esfuerzo para que las memorias orales se mantengan, divulguen y perpetúen a través de esos mismos canales orales.
Para lograr esto último, se alienta a los narradores a transmitir sus saberes a otros para que la cadena de los conocimientos hablados no se interrumpa y las formas lingüísticas locales se preserven. Eso implica la creación de "círculos de palabra", la presentación de programas de "libros vivientes", y una amplia gama de actividades complementarias.
Si bien la grabación de testimonios resulta ser un excelente primer paso, especialmente desde una perspectiva archivística e histórica, desde una posición sociológica es recomendable el mantenimiento de los canales orales. Toda una propuesta por desarrollar en las islas Galápagos, un espacio en donde la oralidad tiene tanta fuerza, y en donde se le ha prestado tan poca atención.
Referencias
Abrams, Lynn (2010). An Oral History Theory. London, New York: Routledge.
Vansina, Jan M. (1985). Oral Tradition as History. Madison: The University of Wisconsin Press.
Texto e imagen: Edgardo Civallero (edgardo.civallero@fcdarwin.org.ec)
Fecha de publicación: 1 de octubre de 2023
Última revisión: 1 de octubre de 2023