A la caza del toro salvaje

Cartas desde la biblioteca

#11. A la caza del toro salvaje

 

 

No todo lo que almacenamos en nuestros archivos y bibliotecas recoge con certeza un acontecimiento o documenta fehacientemente un hecho. Existe, en nuestros repositorios de conocimiento y memoria, mucha información que dista mucho de ser "veraz".

Y, sin embargo, aun sabiéndolo, la guardamos. Porque esos documentos reflejan una forma muy particular de ver, entender y explicar la realidad. Una que, si bien no siempre se apega a "la verdad", al menos hace un esfuerzo por plasmar esa realidad de una forma creíble.

Un caso paradigmático es el que conservamos en el Archivo de la FCD. Es una página de periódico, amarillenta por los años y la acidez del papel, y enmarcada como si se tratara de una obra de arte, en un probable intento por protegerla de la descomposición natural a la que están sujetos esos soportes.

Es una página del Harper's Weekly, un semanario publicado en Nueva York entre 1857 y 1916 y subtitulado "A journal of civilization". En concreto, la hoja pertenece al suplemento del 24 de febrero de 1877, e incluye un grabado enorme, y tres párrafos impresos al pie.

El grabado representa la "caza del toro" en las Galápagos.

En él se nos muestra un toro de lidia español que parece escapado de los Sanfermines de Pamplona o de la Maestranza de Sevilla, embistiendo a dos hombres vestidos como los exploradores de África en el siglo XIX, en un bosque que muy bien podría ubicarse en las Montañas Rocosas estadounidenses, o ser un robledal de la Inglaterra victoriana.

Evidentemente, la imagen fue producida por encargo, por un artista que jamás había pisado Galápagos y al cual se le proporcionó el título de la ilustración y poco más. En un tiempo en donde la fotografía era una técnica incipiente y en donde transportar una cámara a las "Encantadas" hubiera sido toda una aventura (una muy costosa, además), no quedaba otra solución que echar mano de la imaginación... y, con suerte, de comentarios de viajeros.

¿Podemos culparlos? Los editores trataban de transmitir a sus lectores una imagen vívida de los hechos. Y por muy lejana que esa imagen quedara de la realidad, estoy más que seguro de que logró su objetivo.

El texto acompañante, afortunadamente, proporcionaba a los suscriptores del Harper's Weekly una información más certera. Mucho más, por cierto, que algunos textos actuales sobre el archipiélago.

WILD BULL SHOOTING

The Galapagos Islands lie in the Pacific Ocean, under the equator, about six hundred miles from the coast of Ecuador, to which country they belong. They were discovered by the Spaniards, who named the group from the great number of land tortoises, called in Spanish galápagos, that were found upon them. Since that time the islands have received English names. Two hundred years ago this group became a famous resort for buccaneers, whence many expeditions against Spanish commerce were fitted out.

There are in the Galapagos group six large islands, nine of smaller dimensions, and a large number of islets, some of them being nothing but barren points of rock. The largest island, Albemarle, is about sixty miles in length and fifteen wide, with a mountain ridge rising to the height of nearly 5000 feet. All the islands are volcanic, and in general shape are similar to the majority of oceanic volcanoes, each having a large dome-like elevation, with a wide, shallow crater at the top, the sides furrowed by the streams of lava that once overflowed from the crater. Volcanic activity has apparently ceased on all these islands. The latest eruption in the group of which we have any record occurred in Albemarle Island in 1835. Owing to the low temperature of the Peruvian current, which, coming from antartic regions along the South American coast, strikes out to the westward toward these islands, the climate of the Galapagos is very mild, considering their position directly under the equator.

The Galapagos were first permanently settled in 1832 by a party of exiles from Ecuador, who were sent to Charles Island, one of the most fertile of the group. At one time the settlement contained between two hundred and three hundred inhabitants, but the number has dwindled down, until a few miserable peons hold possession. Cattle, pigs, and goats were sent to the islands with the early settlers. They have greatly increased in numbers, roaming wild in the forests, and afford excellent sport to persons who chance to land there on the rare occasion of a ship stepping to procure a supply of turtles. These were once so abundant that a single ship has been known to carry away as many as seven hundred, but of late years they have greatly diminished in number, in consequence of being overhunted, and large ones are rarely found.

La memoria es así: fragmentos entrelazados de información que tratan de dejar una marca lo más indeleble posible. No siempre importa que esos fragmentos tengan unos cimientos débiles: lo realmente importante es plantar una señal que permita recordar. De alguna forma.

Y aquí estamos, casi un siglo y medio después, recordando que en algún momento del pasado se cazaban "toros" en las Galápagos. E imaginando las caras de asombro de esos decimonónicos lectores neoyorquinos, cómodamente sentados en el salón de sus casas, imaginando una realidad que nunca pisarían pero que, gracias a esa ilustración, entró en sus conciencias. Y en sus memorias.


  Categorías temáticas: Historia de Galápagos
  Palabras-clave: Artefactos | Especies invasoras | Memoria | Periódicos
  Marco temporal: 1877


 

Texto e imagen: (edgardo.civallero@fcdarwin.org.ec)
Fecha de publicación: 1 de febrero de 2021
Última revisión: 1 de noviembre de 2022