Mujeres en Galápagos

La presencia femenina en las islas

Mujeres en Galápagos

 

 

La actual sociedad global está revisando sus discursos, sus formas de mirar y entender la realidad, y sus mecanismos para interactuar con ella. Está abandonando discriminaciones y recuperando procesos, cambiando actitudes y visitando otros caminos. La arcaica invisibilización de las mujeres, por ejemplo, está comenzando a ser eliminada, y sus historias y logros se están recuperando.

Hasta mediados del siglo XX, las mujeres fueron, en su mayoría, desconocidas como agentes activos en la planificación, el desarrollo y la comunicación de la actividad científica — y profesional. Los límites, tabúes e imposiciones sociales de la época les impedían llevar a cabo una serie de actividades generalmente reservadas a los hombres. Sin embargo, muchas de ellas construyeron puentes sobre esas brechas y traspasaron todo tipo de fronteras, convirtiéndose en las pioneras de una nueva generación de científicas.

Durante buena parte de su historia, las Islas Galápagos han representado una suerte de puesto de avanzada perdido en los Mares del Sur: una tierra para Robinsones y aventureros. Las mujeres no fueron extrañas en las islas: estuvieron entre los primeros colonos, trayendo nueva vida y manteniendo vivas las historias y los recuerdos. Pero dentro del escenario científico, académico y profesional, no estuvieron tan bien representadas. Desde el inicio mismo de las actividades en el archipiélago, los nombres femeninos parecieron escasear en las expediciones y viajes de campo, y en los documentos que dan cuenta de ellos.

No obstante, las mujeres participaron en esas expediciones.

Entre las primeras se encontró Rosamond Georgina Lloyd Taylor. Georgina viajó a las islas y se quedó en Indefatigable / Santa Cruz en el invierno de 1938-9. Escribió un Diario, actualmente conservado en la Biblioteca, Archivo y Museo de la Fundación Charles Darwin (FCD), donde describió tanto la naturaleza como la gente de Galápagos, y la experiencia de ser parte de una expedición científica escasamente financiada.

A partir de ese momento, se pueden agregar muchos otros nombres a la lista, incluidos los de las científicas que trabajan actualmente en la Estación Científica Charles Darwin (ECChD). Muchas de ellas han dedicado su vida a investigar y proteger la biodiversidad de Galápagos, y han producido una increíble cantidad de literatura académica. Ellas fueron y son las continuadoras de la labor de pioneras como Ruth Rose, de la expedición del Noma (1923), que dio como fruto el emblemático libro Galapagos: World's End. O como la noruega Borghild Rorud, de la Universidad de Oslo, que llegó a Santa Cruz en 1926, y en cuyo honor se bautizó la Acacia rorudiana.

Pero fueron más que científicas. La mayoría de los artistas que trabajaron en Galápagos fueron mujeres, talentosas, cuyo trabajo fue crucial para describir especímenes biológicos. Dibujaron y pintaron el mundo natural de las islas con todos sus detalles. Entre ellas, Sara Santacruz es posiblemente el nombre más conocido, pero hay muchos otros: Katie Davis, Antonia Phillips, Kay Dodge, Katherine Erbaugh...

En el archipiélago también trabajaron fotógrafas, músicas y escritoras, llegadas de todo el mundo para captar aspectos de la realidad de Galápagos que la ciencia no logra aprehender. En este sentido, Tui de Roy, hija de pioneros belgas y criada en las islas, ha creado un universo visual extraordinario a través de las lentes de sus cámaras.

Hubo quienes gestionaron el conocimiento y la memoria de las islas, entre ellas la mayoría de las bibliotecarias, archiveras y otras profesionales que se ocuparon de las valiosas colecciones de la FCD. Gayle Davis merece un lugar especial por su compromiso, su amplia gama de intereses y sus múltiples logros.

Hubo viajeras, cuyos relatos escritos ayudaron a construir la historia de Galápagos. Como Paulette Everard de Rendón, quien visitó el archipiélago en 1940 y plasmó sus experiencias en un libro titulado Las últimas islas encantadas. O Edith Strout, la esposa del Dr. R. S. Strout, que visitó Santa Cruz en 1934 a bordo del Igdrasil; Edith fue probablemente la primera mujer en subir a Los Gemelos.

Conservacionistas, políticas, defensoras, tomadoras de decisiones: las mujeres han dejado y siguen dejando una huella profunda en las rocosas islas. Una que, hoy en día, ya no puede ni ignorarse ni ocultarse. Reconocerlas significa abrir nuevos horizontes dentro de nuestra comprensión de la historia, desde la perspectiva de las mujeres.

Y ampliar nuestra conciencia sobre los personajes femeninos que hicieron y siguen haciendo la ciencia y la vida en las Encantadas.

[La fotografía que ilustra este texto se conserva en el Archivo de la FCD. En ella aparece Solanda Rea enseñando las crías de tortugas gigantes de Galápagos a los duques de Edimburgo, que visitaron la Estación Científica Charles Darwin en 1971].


Referencias

  Beebe, William (1988). Galapagos: World's End. New York: Dover Publications.
  Rendón, Paulette E. (1947). Galápagos: Las últimas islas encantadas. Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana.


 

Texto e imagen: (edgardo.civallero@fcdarwin.org.ec)
Fecha de publicación: 1 de diciembre de 2021
Última revisión: 1 de diciembre de 2021